miércoles

Piano Man

Una canción hermosa, de las favoritas de Aglaura.

martes

De cómo conocí a David Bowie

Ojalá este post empezara diciendo "estaba yo en caminando por las bellas calles londinenses esa tarde de verano del 73 cuando..." pero no.
Sí era de tarde, sí era de verano, pero eran los plenos noventas en la ciudad de Buenos Aires y yo estaba por tener uno de los primeros piyamas party, lo cual era una locura, una aventura que, como todas las aventuras, fue perdiendo la gracia a medida que lo íbamos haciendo pero esas primeras veces, ay esas primeras veces, aguantar toda la noche, ver como 4 películas, hacerle jodas a la que se dormía, que alguna llorara por algo... maravilloso, plenamente maravilloso.
La cosa es que por alguna razón yo había quedado en llevar una película de las tantas que tendríamos para ver. Se había hecho un poco tarde y el blockbuster había cerrado así que decidí llevar algún vhs que tuviera en casa. Le pedí recomendación a Aglaura para quedar bien con las chicas y luego de descartar las 6 o 7 películas de Disney que había visto 100 veces Algaura me dice "llevate ésta" y puso en mi mano Tommy de Ken Russell (ver artículo).
Las consecuencias de llevar a Tommy a una fiesta de nenas de 8 años fueron desastrosas: balas, jeringas, delirio, violencia y gente que no para de cantar no era precisamente lo que las amiguitas esperaban encontrar en una película, así que, por decisión unánime, terminamos viendo Los 101 dálmatas, y todas durmieron felices. Todas, salvo la cumpleañera y yo, que nos quedamos despiertas comentando lo tontas que eran las demás por no querer haber visto Tommy, y como teníamos tiempo y ganas de ver el amanecer, pusimos otra película que había alquilado la madre de la cumpleañera, que era tanto o más limada aún que Aglaura, y que alquiló otro delirio de rock and roll, pero con goblins animados por Jim Henson.
Fue en ese Laberinto donde vi por primera vez a David Bowie vestido de Jareth, el malvado rey de los goblins.
Dejo aquí el afiche y el trailer de la película y el disco que me cambió la existencia la segunda vez que conocí al señor David Robert Jones en circunstancias bastante, bastante diferentes.






Hunky Dory (1971)
Descargar aquí.

sábado

Stop all the clocks, cut off the telephone

From "Twelve Songs"

IX.
Stop all the clocks, cut off the telephone,
Prevent the dog from barking with a juicy bone,
Silence the pianos and with muffled drum
Bring out the coffin, let the mourners come.

Let aeroplanes circle moaning overhead
Scribbling on the sky the message He Is Dead,
Put crêpe bows round the white necks of the public doves,
Let the traffic policemen wear black cotton gloves.

He was my North, my South, my East and West,
My working week and Sunday rest,
My noon, my midnight, my talk, my song;
I thought that love would last forever: I was wrong.

The stars are not wanted now: put out every one;
Pack up the moon and dismantle the sun;
Pour away the ocean and sweep up the wood;
For nothing now can ever come to any good.

April 1936

Escrito por W.H. Auden (1907-1973)

Carta abierta a "La Pua"

Esta "carta abierta a la pua" es un fragmento del prólogo a Veinte Poemas para ser leídos en el tranvía, de la autoría de Oliverio Girondo:

¡Qué quieren ustedes!... A veces los nervios se destemplan... Se pierde el coraje de continuar sin hacer nada... ¡Cansancio de nunbca estar cansado! Y se encuentran ritmos al bajar la escalera, poemas tirados en medio de la calle, poemas que uno recoge como quien junta puchos en la vereda.
Lo que sucede entonces es siniestro. El pasatiempo se transforma en oficio. Sentimos pudores de preñez. Nos ruborizamos si alguien nos mira la cabeza. Y lo que es más terrible aún, sin que nos demos cuenta, el oficio termina por interesarnos y es inútil que nos digamos: "Yo no quiero optar, porque optar es osificarse. Yo no quiero tener una actitud, porque todas las actitudes son ostúpidas... hasta aquella de no tener ninguna"...
Irremediablemente terminamos por escribir: Veinte poemas para ser leídos en el tranvía.
¿Voluptuosidad de humillarnos ante nuestros propios ojos? ¿Encariñamiento con lo que despreciamos? No lo sé. El hecho es que en lugar de decidir su cremación, condescendemos en enterrar el manuscrito en un cajon de nuestro escritorio, hasta que un bien día, cuando menos podríamos preverlo, comienzan a salir interrogantes por el ojo de la cerradura.
¿Un éxito eventual sería capaz de convencernos de nuestra mediocridad? ¿No tendremos una dosis suficiente de estupidez, como para ser admirados? ... Hasta que uno contesta a la insinuación de algún amigo: "¿Para qué publicar?" Ustedes no lo necesitan para estimarme, los demás...", pero como el amigo resulta ser apocalíptico e inexorable, nso replica: "Porque es necesario declararle como tú le has declarado la guerra a la levita, que en nuestro país lleva a todas partes; a la levita con que se escribe en España, cuando no se escribe de golilla, de sotana o en mangas de camisa. Porque es imprescindible tener fe, como tú tienes fe, en nuestra fonética, desde que fuimos nosotros, los americanos, quienes hemos oxigenado el castellano, haciéndolo un idioma respirable, un idioma que puede usarse cotidianamente y escribirse de "americana", con la "americana" nuestra de todos los días..." Y yo me ruborizo un poco al pensar que acaso tenga fe en nuestra fonética y que nuestra fonética acaso sea tan mal educada como para tener siempre razón... y me quedo pensando en nuestra patria, que tiene la imparcialidad de un cuarto de hotel, y me ruborizo un poco al constatar lo difícil que es apegarse a los cuartos de hotel.
¿Publicar? ¿Publicar cuando hasta los mejores publican 1.071% veces más de lo que debieran publicar?... Yo no tengo, ni deseo tener, sangre de estatua. Yo no aspiro a que babeen la tumba de lugares comunes, ya que lo único realmente interesante es el mecanismo de sentir y pensar. ¡Prueba de existencia!
Lo cotidiano, sin embargo, ¿no es una manifestación admirable y modesta de lo absurdo? Y cortar las amarras lógicas, ¿no implica la única y verdadera posibilidad de aventura? ¿Por qué no ser pueriles, ya que sentimos el cansancio de repetir los gestos de los que hace 70 siglos entán bajo la tierra? Y ¿cuál sería la razón de no admitir cualquier probabilidad de rejuvenecimiento? ¿No podríamos atricuirle, por ejemplo, todas las responsabilidades a un fetiche perfecto y omnisciente, y tener fe en la plegaria o en la blasfemia, en el albur de un aburrimiento paradisíaco o en la voluptuosidad de condenarnos? ¿Qué nos impediría usar de las virtudes y de los vicios como si fueran ropa limpia, convenir en que el amor no es un narcótico para el uso exclusivo de los imbéciles y ser capaces de pasar junto a la felicidad haciéndonos los distraídos?
Yo, al menos, en mi simpatía por lo contradictorio -sinónimo de vida- no renuncio ni a mi derecho de renunciar, y tiro mis Veinte poemas, como una piedra, sonriendo ante la inutilidad de mi gesto.

Oliverio Girondo
París, diciembre, 1922.

Poema irónico sobre la prostitución

Ironic Poem About Prostitution

by George Orwell

When I was young and had no sense
In far-off Mandalay
I lost my heart to a Burmese girl
As lovely as the day.

Her skin was gold, her hair was jet,
Her teeth were ivory;
I said, "for twenty silver pieces,
Maiden, sleep with me".

She looked at me, so pure, so sad,
The loveliest thing alive,
And in her lisping, virgin voice,
Stood out for twenty-five.

Si nos mandan, ya sabemos dónde queda...



Mandennos, total, sólo tenemos que tomar un avión, aterrizar en Barcelona, caminar por las playas hasta encontrar este parador creado por un argentino, donde se pueden degustar seguramente unos buenos mariscos mientras vemos, tal vez, algun partido de la selección o los almuerzos de Mirtha.

lunes

La libertad de prensa por George Orwell

A continuación, un fragmento del prólogo de George Orwell a su novela Rebelión en la granja:

Volviendo a mi libro, estoy seguro de que la reacción que provocará en la mayoría
de los intelectuales ingleses será muy simple: «No debió ser publicado». Naturalmente, estos
críticos, muy expertos en el arte de difamar, no lo atacarán en el terreno político, sino en el
intelectual. Dirán que es un libro estúpido y tonto y que su edición no ha sido más que un
despilfarro de papel. Y yo digo que esto puede ser verdad, pero no «toda la verdad» del
asunto. No se puede afirmar que un libro no debe ser editado tan sólo porque sea malo.
Después de todo, cada día se imprimen cientos de páginas de basura y nadie le da
importancia. La intelligentsia británica, al menos en su mayor parte, criticará este libro
porque en él se calumnia a su líder y con ello se perjudica la causa del progreso. Si se tratara
del caso inverso, nada tendrían que decir aunque sus defectos literarios fueran diez veces
más patentes. Por ejemplo, el éxito de las ediciones del Left Book Club durante cinco años
demuestra cuán tolerante se puede llegar a ser en cuanto a la chabacanería y a la mala
literatura que se edita, siempre y cuando diga lo que ellos quieren oír.
El tema que se debate aquí es muy sencillo: ¿Merece ser escuchado todo tipo de
opinión, por impopular que sea? Plantead esta pregunta en estos términos y casi todos los
ingleses sentirán que su deber es responder: «Sí». Pero dadle una forma concreta y
preguntad: ¿Qué os parece si atacamos a Stalin? ¿Tenemos derecho a ser oídos? Y la
respuesta más natural será: «No». En este caso, la pregunta representa un desafío a la opinión
ortodoxa reinante y, en consecuencia, el principio de libertad de expresión entra en crisis. De
todo ello resulta que, cuando en estos momentos se pide libertad de expresión, de hecho no
se pide auténtica libertad. Estoy de acuerdo en que siempre habrá o deberá haber un cierto
grado de censura mientras perduren las sociedades organizadas. Pero «libertad», como
dice Rosa Luxemburg, es «libertad para los demás». Idéntico principio contienen las
palabras de Voltaire: «Detesto lo que dices, pero defendería hasta la muerte tu derecho a
decirlo». Si la libertad intelectual ha sido sin duda alguna uno de los principios básicos
de la civilización occidental, o no significa nada o significa que cada uno debe tener
pleno derecho a decir y a imprimir lo que él cree que es la verdad, siempre que ello no
impida que el resto de la comunidad tenga la posibilidad de expresarse por los mismos
inequívocos caminos. Tanto la democracia capitalista como las versiones occidentales
del socialismo han garantizado hasta hace poco aquellos principios. Nuestro gobierno
hace grandes demostraciones de ello. La gente de la calle -en parte quizá porque no está
suficientemente imbuida de estas ideas hasta el punto de hacerse intolerante en su
defensa- sigue pensando vagamente en aquello de: «Supongo que cada cual tiene derecho
a exponer su propia opinión». Por ello incumbe principalmente a la intelectualidad
científica y literaria el papel de guardián de esa libertad que está empezando a ser
menospreciada en la teoría y en la práctica.
Uno de los fenómenos más peculiares de nuestro tiempo es el que ofrece el
liberal renegado.
Los marxistas claman a los cuatro vientos que la «libertad burguesa» es una
ilusión, mientras una creencia muy extendida actualmente argumenta diciendo que la
única manera de defender la libertad es por medio de métodos totalitarios. Si uno ama la
democracia, prosigue esta argumentación, hay que aplastar a los enemigos sin que
importen los medios utilizados. ¿Y quiénes son estos enemigos? Parece que no sólo son
quienes la atacan abierta y concienzudamente, sino también aquellos que
«objetivamente» la perjudican propalando doctrinas erróneas. En otras palabras:
defendiendo la democracia acarrean la destrucción de todo pensamiento independiente.
(...)
Todos los que sostienen esta postura no se dan cuenta de que, al apoyar los métodos
totalitarios, llegará un momento en que estos métodos serán usados «contra» ellos y no
«por» ellos. Haced una costumbre del encarcelamiento de fascistas sin juicio previo y tal vez
este proceso no se limite sólo a los fascistas.

Play




Un disco que nos hace felices.

Contratiempos


Contratiempos. Título original: Breaktime (Londres, Random House Children’s Books). © 1978 Aidan Chambers. © 2005 Editorial Sudamericana. Traducción de Laura Canteros. Buenos Aires, octubre de 2005.

Links a las notas de Imaginaria sobre la novela y el autor:
"La pintura es superior a la música porque no tiene que morir apenas se la llama a la vida, como es el caso infortunado de la música... Esta, que se volatiliza en cuanto surge, va a la zaga de la pintura, que con el uso del barniz se ha hecho eterna"
Leonardo Da Vinci